[Nota previa: este artículo ha sido rechazado por publico, elsalto, eldiario, infolibre y Ctxt. Teniendo en cuenta que no me habían rechazado anrtes ningún artículo en ninguno de estos medios, ha sido una experiencia de lo más ilustrativa. Cada cuál que piense. Gracias a Loquesomos por acogerlo]
Ante un fenómeno que ha trastocado nuestras vidas, la ciudadanía se merece una información rigurosa y lo más actualizada posible, tanto por parte de los gobiernos directamente como de los medios de comunicación públicos. Pues bien, eso no es lo que estamos viendo. Las afirmaciones recurrentes de que el virus es muy peligroso o de que estamos a las puertas de una nueva ola mantienen el pánico y, como consecuencia, el apoyo a las medidas que suspenden derechos fundamentales. «Está muriendo mucha gente», se repite.
Las cifras penetran cada día en los hogares y en los cerebros como mazazos incuestionables. ¿Pero cuál es el rigor de los datos ofrecidos? En este artículo me concentraré en los dos indicadores fundamentales con los que se nos aterroriza cada día desde la televisión pública: el número de muertes diarias y la incidencia acumulada de nuevos contagios.