Recientemente hemos recibido dos noticias aparentemente muy lejanas pero que, miradas en profundidad, tienen muchos puntos en común. La primera: las mujeres de Arabia Saudí podrán conducir vehículos. La segunda: la aprobación en el Congreso de los Diputados español del Documento final del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género.
El embajador de Arabia Saudí en la ONU anunció a bombo y platillo que en su país las mujeres podrán conducir desde 2018. Podrán conducir, sí, aunque seguirán sin poder realizar actividades tan elementales como salir de casa sin un hombre guardián, abrir una cuenta corriente, entrar en un cementerio o trabajar en espacios donde haya hombres. En resumen, seguirán en régimen de literal secuestro. Para conducir tendrán que hacerlo embutidas en ese burka que, dicho sea de paso, dificulta la visión
Jaleándose a sí mismo, el embajador acompañó sus palabras con unos espontáneos y emotivos aplausos que tuvieron escaso eco en la sala. Los delegados allí presentes debieron tener la intuición incómoda de que algo iba mal, tanto como si aplaudían como si no. Quizás sintieron que, con ese anuncio, se evidenciaba la vergüenza a la que llevan demasiado tiempo contribuyendo. Porque es una verdadera vergüenza que esté admitido en la ONU un país que tiene a la mitad de su población secuestrada. Es una vergüenza que, ya que no se ha hecho antes, no se exigiera allí mismo que ese país, y todos los que aún no reconocen a las mujeres los derechos civiles, cambien sus constituciones y demás leyes urgentemente.
Buscad declaraciones de la ONU a favor de la igualdad de género y las encontréis a montones, sobre todo cuando se trate de hacerse la foto en fechas señaladas. Pero por favor no aplaudáis, son pura cosmética. No encontraréis ninguna condena a Arabia Saudí por las leyes y prácticas concretas que vulneran esa tan proclamada igualdad. ¿Para qué sirven tantas declaraciones, o incluso para qué sirve la ONU, si ni siquiera insta a esos países a liberar a las mujeres de la esclavitud?
ONU Mujeres convoca a la sociedad civil cada 5 años en Nueva York. Pero, por citar solo una anécdota, he tenido la terrible oportunidad de asistir en ese marco a un taller titulado “La Sharia como vía de liberación de la mujer”, que ONU Mujeres había permitido incluir en el programa.
En España, quizás nos sintamos tentadas a aplaudir el Pacto de Estado Contra la Violencia de Género que el Congreso acaba de aprobar después de 11 meses, 43 sesiones y 66 comparecencias. Pero no lo hagamos sin antes leer las 213 medidas que lo componen. Parecen muchas, pero no es oro todo lo que reluce.
Leer entrada completa en Tribuna Feminista