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Irán: cambiar de sexo para poder existir. ¡Mujer, tú eliges!

(Publicado en la Revista NHU Lavapiés, Latina y Embajadores)

Este verano he asistido a una magnífica conferencia titulada «Irán: la leyenda persa en el marco del siglo XXI», en la que Mayte Gonzalez Gil nos contó la historia de ese maravilloso país. También ofreció algunos datos, como por ejemplo que la mayoría de edad es a los 9 años para las mujeres, a los 15 años para los hombres. Qué extraño, ¿verdad? Pues sí, los 9 años para las niñas es la edad de responsabilidad criminal, y también la edad a la que están obligadas a llevar el velo; las que no lo lleven bien puesto se enfrentan a penas de entre 10 días y 2 meses de cárcel, más lo que les pueda pasar en los furgones de policía y en los calabozos.

Los 9 años es la edad de consentimiento para las relaciones sexuales. A esa edad también se puede casar a las niñas porque, aunque según la letra de la Ley la edad nupcial es los 13 años, se hace un apaño legal entre padres y jueces, porque así lo permite la Sharía . Más aún, por debajo de esa edad está el recurso del Sigheh o matrimonio temporal religioso, porque Jomeini dijo en su libro que no es pecado.

Oh, cielos, ¿qué comunidad internacional, qué ONU, qué UNICEF, qué supuestas democracias occidentales son estas que no dicen ni pío ante semejante abuso infantil y pederastia institucionalizada?

Las mujeres en Irán, como en Afganistán, en Irak y otros países del entorno, viven tapadas y secuestradas bajo la estrecha vigilancia de los hombres de la familia, los cuales son a la vez sus dueños, sus guardianes y los responsables de su comportamiento. Los hombres pueden comportarse como les plazca siempre que sean hombres hombres, o sea heterosexuales. La homosexualidad es un delito castigado hasta con pena de muerte.

Todo esto ya es más o menos conocido, pero lo que me ha llamado la atención es la política iraní sobre el cambio de sexo: está permitido con la condición de pasar por cirugía. Curiosamente, es la vía que ofrece el estado teocrático fascista a los homosexuales, incluso mediante subvenciones públicas, para así curar «su enfermedad» y librarse de las condenas. Aunque en la práctica estas subvenciones sean pequeñas y difíciles de obtener, son una señal de aliento a las «transiciones» que se publicitan a troche y moche en muchas clínicas privadas; ellas se encargan de todo el proceso.

Las mujeres en general, lesbianas o no, están todas condenadas por ser mujeres. De ellas no se habla mucho en los artículos al respecto, pero también deben de tener algunos incentivos para cambiar de sexo, digo yo. Y, en efecto, según un informe publicado en 2022, entre 2012 y 2017, el doble de mujeres que de hombres «transicionaron» al otro sexo.

A mí me parece que todo se ha vuelto del revés. Las feministas siempre hemos querido abolir los roles/mandatos de género, que no haya segregación ni normas de comportamiento diferentes para niñas/mujeres y para niños/hombres. Pero no podíamos imaginar que ahora se impusiera la solución contraria: en lugar de cambiar la sociedad, cambiemos/destrocemos los cuerpos de quienes no se adaptan (y pueden permitírselo).

¡Qué triste que para existir tengas que violentar tu propio cuerpo! ¡Qué triste que esa sea también la vía que se les ofrece en el resto del mundo a las criaturas que no se ajustan al rol (perdón, lo llaman «identidad de género») que les ha tocado en el sistema de apartheid de género! ¡Qué triste que nos lo hayan vendido como la gran modernidad!

Nunca me imaginé que Irán fuera a ser un ejemplo tan claro de esta postmoderna dinámica patriarcal, hasta tal punto que es el segundo país del mundo donde se realizan más operaciones de cambio de sexo, solo por detrás de Tailandia. Irán viene a desenmascarar el fondo del asunto: ante la insostenibilidad de los mandatos de género, más vale quitar las manzanas podridas para que no se corrompa toda la cesta. Como en otros temas, se trata de pasar del patriarcado coercitivo (si no te gusta tu rol te aguantas) al patriarcado de consentimiento (tú eliges tu rol). Y todo bajo control.

Por aquí es diferente y nos lo venden liado, pero la ofensiva sigue in crescendo. El 24 de Junio de 2025, el Congreso de los Diputados admitió a trámite una proposición de ley orgánica del PSOE para elevar hasta penas de cárcel los castigos por lo que  llaman «terapias de conversión de la orientación sexual, la identidad sexual o la expresión de género» (nótese: lo meten todo en el mismo saco; como si fuera comparable rechazar a tu hija por enamorarse de su amiga con intentar explicarle que no hace falta cambiarse de sexo para comportarse libremente). Y, como dijo el PP, «en esto estamos todos unidos». Continuaré con ello el mes que viene, espero.

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