El aciago día 20 de Diciembre de 2013, el Consejo de Ministros dio el pistoletazo de salida a la maniobra para volver a impedir que las mujeres puedan interrumpir su embarazo en España dentro de la Ley, en buenas condiciones sanitarias y sin estragos económicos. Si todos los ataques que venimos sufriendo son graves, este supone un nuevo y abismal peldaño en la escalada de manipulación, opacidad y, en resumen, atropello contra los más elementales principios de la democracia.
En el colmo de la opacidad, de la que han denominado «Ley Orgánica para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada» solo conocemos oficialmente el nombre y el resumen que el Gobierno ha tenido a bien publicar, y eso solamente después de haber aprobado el Anteproyecto. Extraoficialmente se ha filtrado una versión en la que, curiosa e inquietantemente, falta la Exposición de Motivos. Es más, a estas alturas no sabemos ni siquiera qué es lo que hizo el Consejo de Ministros del 20 de Diciembre, si recibir un informe o dar curso a un anteproyecto, y en ese caso a cuál.
Como ejemplos de manipulación, en la Ley se lee que «la embarazada que se causare a sí misma el aborto por imprudencia no será penada» (artículo 1), o que la Sanidad Pública asumirá los abortos «en los supuestos despenalizados y con los requisitos establecidos en el Código Penal» (los poquísimos que cumplan las draconianas condiciones impuestas por la Ley). Un estilo, el de tomar los argumentos de igualdad y justicia para darles la vuelta y utilizarlos como arma arrojadiza, al que ya nos tiene acostumbradxs el Ministro Gallardón.
Pero la ciudadanía ha comprendido al punto la envergadura de esta operación y se ha movilizado. Muchos hombres dirigen a las feministas cartas como la que acabo de recibir: » Si sabes de alguna manifestación o acto de protesta contra esta ley, avísame, por favor». El mismo día 20 de Diciembre, ante el Ministerio de Justicia, pudimos ver una concentración por el derecho al aborto en la que, por primera vez en la historia al menos española, las mujeres no éramos ni siquiera una clara mayoría. Intelectuales que no se habían destacado antes por su sensibilidad hacia estos temas, lanzan llamadas a luchar contra este atropello.
El sentimiento general es que nos están arrebatando un derecho humano básico, y que esta ofensiva no va solamente contra las mujeres. Que el empeño en imponernos su ideal de familia patriarcal perjudica a toda la población es ya evidente para la mayoría, que en las encuestas se declara a favor de la familia igualitaria. Hoy las parejas no se plantean de entrada que la mujer se quede en casa, no solamente porque ellas no lo desean sino, entre otras muchas razones, porque todo el mundo entiende que la familia de un solo sustentador es la mayor trampa de pobreza, como se ha evidenciado con la actual pérdida masiva de empleos.
La ideología no puede convencer a las personas de que vivan a la manera de hace un siglo, porque además es imposible. No se puede volver atrás la rueda de la historia; aunque sí pueden causar mucho sufrimiento.
Todo tiene un límite y ojalá estemos al borde de alcanzarlo. Aquí está la ocasión de forjar una alianza contra este modelo reaccionario que pretende acabar con todas las conquistas sociales, con todos los derechos humanos, con la democracia, para imponer el ideal cavernícola de unos cuantos ideólogos de la extrema derecha política aliados con la jerarquía eclesiástica y con el neoliberalismo.
La alarma ha recorrido Europa, desde los medios de comunicación a manifestaciones y cartas de protesta como la envidada al Gobierno Español por la Ministra Portavoz del Gobierno Francés. Y es que, como ha confirmado el Ministro Gallardón, la intención de la derecha europea es cambiar las legislaciones de muchos otros países.
Es muy interesante que, a pesar del sufrimiento material que estamos padeciendo, esta reacción internacional se produzca contra una medida que no tiene relación directa con la situación económica; precisamente eso hace que se muestre más claramente como emblema de la contra-reacción ideológica. Una cuestión que antes era «de mujeres», ahora es sentida como suya por la ciudadanía, consciente de que nos jugamos todos los avances conseguidos a lo largo del último siglo.
El Gobierno español y la derecha europea han planteado un pulso a la población, y ese pulso hay que jugarlo. Puede que estén cometido un error de cálculo y provoquen un efecto rebote. Depende de que haya fuerzas que articulen una respuesta internacional que canalice el hartazgo de la población.