Según el dato que acaba de publicar la Agencia Tributaria sobre todas las pensiones públicas percibidas en 2013 (excluyendo orfandad), la pensión media masculina es un 41% superior a la femenina.
A estas alturas ya existe una amplia conciencia de que estos datos reflejan, en diferido, la desigual situación de las mujeres en el mercado de trabajo. La cuestión es qué hacer para arreglar semejante injusticia y si vamos por el buen camino. Para encontrar la respuesta, es necesario antes disolver dos malentendidos que flotan en el ambiente:
1) La desigualdad en las pensiones va disminuyendo en la medida en que más mujeres se van jubilando. Es decir existe un efecto de las cohortes. ¿Cierto o falso?
Esta creencia es lógica, pues solemos pensar que vamos evolucionando a mejor, y más en un país como España en el que la incorporación de las mujeres al empleo formal y la asunción del principio de igualdad son fenómenos relativamente recientes. Pero esta creencia, a pesar de ser comprensible, es radicalmente falsa: si comparamos cohortes según la Agencia Tributaria, en 2013 la brecha para el intervalo de 66 a 75 años es del 48%, y para mayores de 75 años es del 35%; es decir, la brecha es mayor para la cohorte más joven.