En La Revolución Sexual, publicada en 1930, Wilhelm Reich nos explica:
«En resumen, la función política de la familia es doble:
1.- Se reproduce a sí misma mutilando sexualmente a los individuos; perpetuándose, la familia patriarcal también perpetúa la represión sexual y sus derivados: trastornos sexuales, neurosis, alienaciones mentales, perversiones y crímenes sexuales.
2.- Es el semillero de individuos amedrentados ante la vida y temerosos de la autoridad; así, sin cesar, se perpetúa la posibilidad de que un puñado de dirigentes imponga su voluntad a las masas.
Por eso la familia tiene para el conservador esa significación peculiar de fortaleza del orden social en el cual él cree. Es, por esta misma razón, una de las posiciones más encarnizadamente defendidas por la sexología conservadora. Y es que la familia «garantiza el mantenimiento del Estado y del orden social» – en el sentido reaccionario-. Así pues, el inventario que se refiere a la familia puede servirnos como piedra de toque para el justiprecio de todo tipo de orden social.»
Reich nos dice también que «la institución del matrimonio… [es] la piedra angular de la fábrica de ideología autoritaria: la familia«. La familia patriarcal se ancla en intereses económicos y necesita la sumisión de las mujeres, tanto económica como sexual: