Cuando aún sigo obsesionada con la explotación sexual de las trabajadoras de Ryanair, y con la connivencia de las autoridades al permitir semejante atropello contra todas nosotras, leo un fantástico artículo de Nazanín Amirian en Público. Qué digo artículo! es una simple columna, pero redonda. Empieza contando que «la primera modalidad de la explotación sexual infantil y femenina se organizó en nombre de las deidades«, en beneficio del templo y con derecho de pernada para los sacerdotes (¡me suena, me suena!); y termina clamando por la penalización del cliente de prostitución.
La activa participación masculina (la ‘demanda‘) es la clave para la existencia de abusos como los de Ryanair, para la prostitución, para las violaciones de mujeres como botín de guerra y para todo tipo de trata y esclavización masiva de mujeres