La trampa de los complementos a las pensiones de las mujeres

El RDL 3/2021 establece a bombo y platillo un nuevo complemento de pensiones contributivas «para la reducción de la brecha de género» cuyo importe es de 27 euros por hijo/a y que se aplicará a las pensiones causadas desde el 4 de febrero de 2021 «en tanto la brecha de género de las pensiones de jubilación, causadas en el año anterior, sea superior a 5%«. Este sustituye al anterior, llamado «por aportación demográfica» y que era para las madres que causaran pensión contributiva de jubilación desde el 1 de enero de 2016: 5% para las que hubieran tenido 2 hijos/as, 10% para 3 y 15% para 4 o más,

El complemento es para la madre excepto si el padre demuestra que él lo merece más. Toda una fuente de conflictos, litigios y trámites, como si no hubiera ya bastantes y como si no estuvieran ya difíciles de acceder los servicios administrativos. Las que hasta ahora han obtenido el anterior lo mantendrán también excepto si el padre de alguna de las criaturas reclama el nuevo para él y gana, en cuyo caso se le descontará a la madre el importe que a él se le reconozca. Más litigios.

Con todo, bajo la óptica de «menos es nada», podríamos alegrarnos por las mujeres que se vayan a jubilar a partir de ahora y solo hayan tenido una criatura, que son las únicas beneficiadas; ellas recibirán 27 euros al mes. En los demás casos, para las pensiones bajas las diferencias son mínimas respecto al viejo complemento; y para las pensiones altas el nuevo complemento será menor, lo que hace más que dudoso que vaya a reducir la brecha total). Pero la cuestión es qué injusticias se disimulan bajo tal magnanimidad. Veamos.

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El feminismo y los permisos igualitarios

El 1 de enero de 2021 se completó el calendario de equiparación a 16 semanas de los permisos por nacimiento para cada persona progenitora, de tal manera que ya son iguales, intransferibles y pagados al 100%. Esta reforma responde a una lógica elemental e inapelable: si queremos que los hombres cuiden igual que las mujeres, debe concedérseles el mismo permiso para hacerlo; y, si queremos que las mujeres estemos en pie de igualdad en el empleo, deben ponerse los medios para que no seamos la mano de obra con mayor riesgo de ausentarse.
Sin embargo, la lógica no suele dar sus frutos por sí sola. ¿Cómo es que ha sido España el país que ha hecho esta reforma, y no otros más adelantados en igualdad de género? 

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Discriminación a familias monoparentales en el IMV

Orgullosa y agradecida a Luis M. Hernán que me ha permitido asomarme un poquito a su gran y persistente labor solidaria. Él es quien está en el ajo y a quien se debe esencialmente este artículo publicado en publico.es :

Hace pocos días RMI TU DERECHO denunció en un comunicado un nuevo abuso en la gestión del Ingreso Mínimo Vital. Esta vez no se trata de un abuso derivado de que la propia «Ley IMV» (RDL 20/2020) es excluyente de grandes franjas de población empobrecida, lo que ha llevado a que a mediados de diciembre de 2020 se habían denegado tres solicitudes por cada una con resolución positiva. Se trata, para colmo, de una disposición que contradice descaradamente lo establecido por la Ley IMV, en su artículo 10.2. La Seguridad Social se salta la ley.

El asunto es el siguiente: la Seguridad Social ha actualizado la renta garantizada para 2021 de tal manera que a las familias monoparentales de cinco o más miembros no se les aplica el complemento de monoparentalidad que establece la popia Ley IMV; peor aún, se les asigna una renta garantizada inferior a la de cualquier familia no monoparental de igual número de miembros. En resumen: un castigo ilegal a esas familias.

Que existe esta discriminación se comprueba sin más que leer la información sobre cuantías 2021 que da la web de la Seguridad Social:

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Permisos de paternidad/maternidad en 2021: lo que sí se pudo pero no se hizo

Estos días es noticia que el 1 de enero se completará la ampliación a 16 semanas del permiso por nacimiento de los padres (y de las madres no biológicas) para llegar a ser de igual duración que el de la madre biológica, intransferible y pagado al 100%.

La sociedad española ha comprendido que los padres necesitan estar al cargo de sus bebés el mismo tiempo durante los primeros meses de vida, porque de lo contrario no podremos aspirar a la igualdad en el cuidado y en el empleo. ¿Quién nos lo iba a decir hace tan solo 13 años, cuando la PPIINA (Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles) se lanzó abiertamente al ruedo con esta que ahora nos parece una obviedad?  Las personas que hemos trabajado en esta plataforma podemos estar orgullosas de haber contribuido al difícil proceso social de ruptura con la ideología patriarcal dominante.

Fue un camino fascinante que íbamos haciendo a través de la reflexión y acción colectiva. Teniendo en cuenta las experiencias nacionales e internacionales, y sobre todo con el objetivo de la igualdad entre hombres y mujeres siempre presente, fuimos contradiciendo uno tras otro los argumentos engañosos, como que las madres prefieren que se alargue el permiso de maternidad, o que no había dinero, o que los padres se iban a ir al futbol en lugar de cuidar, o que mejor serían los permisos transferibles para que las parejas pudieran ejercer el supuesto «derecho a la elección familiar», etc.

Pero nos han vuelto a engañar. Porque lo que tendremos en 2021 no serán permisos igualitarios; los hombres en general no podrán quedarse al cargo de sus bebés el mismo tiempo que las mujeres. Las madres con empleo fijo (y marido del que depender económicamente) tendrán que seguir tomándose excedencias y reducciones de jornada cuando se les acabe su permiso, excepto una minoría de profesionales que podrá externalizar el cuidado a otras mujeres. Las mujeres seguiremos siendo las principales cuidadoras y llevaremos en la frente el cartel de «menos disponible para el empleo». Y todo esto seguiremos pagándolo muy caro.

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Reflexiones de una disidente covid-19

Con el enfoque actual de impedir cualquier contacto entre las personas hasta que haya vacuna para la covid- 19, el leit motiv de muchos gobiernos parece ser amedrentar a la población cuanto más mejor, así como controlar y reprimir sin reparar en las consecuencias o en los derechos humanos que pudieran conculcarse. Y, por supuesto, en el futuro validar y posiblemente hacer obligatoria una vacuna exprés aunque sea a base de manipulación genética y eximiendo a las farmacéuticas de cualquier responsabilidad por los efectos secundarios.

Muchas personas hemos mostrado nuestro desacuerdo con unas medidas de catastróficas consecuencias sociales (por ejemplo aquí y aquí). Sin embargo, prácticamente ninguna de las opiniones divergentes ha tenido cabida en los medios de comunicación principales. Científicos de alto nivel (como este o este) han sido marginados y «rectificados«. Cualquier disidencia se cataloga como bulo por los ahora omnipresentes fact checkers (verificadores de noticas).

Los fact checkers se proclaman neutrales e independientes, pero es fácil indagar sobre cómo se coordinan internacionalmente y cómo se financian. Véanse, por ejemplo, este reportaje o este informe , ambos de periodistas sin conflicto de intereses y solo en base a fuentes originales, no a teorías.

Por descontado que hay también noticias falsas y teorías sin base científica por doquier; pero hay una ofensiva organizada contra los medios independientes, cuyos videos son eliminados una y otra vez de Youtube.

Se tergiversan enfoques alternativos como el de Suecia que, recordemos, nunca cerró las escuelas (con buen resultado), nunca confinó a la población

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Documento – propuesta sistema de cuidados

EL CUARTO PILAR DEL ESTADO DEL BIENESTAR. UNA PROPUESTA PARA CUBRIR NECESIDADES ESENCIALES DE CUIDADO, CREAR EMPLEO Y AVANZAR HACIA LA IGUALDAD DE GÉNERO
Coordinado por VICENÇ NAVARRO y MARÍA PAZOS MORÁN
Investigadores/as: POL CARRIÓN HUGUET; CRISTINA CASTELLANOS SERRANO; ROSA MARÍA MARTÍNEZ; FERRAN MUNTANÉ ISART y MERCEDES SASTRE GARCÍA.
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¡Conciliación otra vez no, gracias!

Últimamente están proliferando propuestas de «Apoyo a las familias para conciliar la vida familiar y laboral cuando concurran circunstancias excepcionales relacionadas con la COVID19» (esta es la formulación de CCOO, pero las demás son del estilo). Todas ellas dan por supuesto que «las familias» necesitamos medidas «de conciliación» para cuidar en casa porque los servicios públicos de atención a la dependencia y de educación (y cuidado) infantil serán aún más deficientes que antes del confinamiento.

Dejémonos de eufemismos; si los servicios públicos no vuelven a funcionar con normalidad  y reforzados, y si no se eliminan las trampas que impiden el uso igualitario de los permisos por nacimiento (como demanda la PPIINA), las mujeres nos veremos cuidando en casa, más que hasta ahora y en condiciones aún más draconianas.

El término «conciliación» surgió cuando, en la ola feminista de los años 1960, las mujeres abandonamos masivamente nuestra antigua posición de amas de casa. A partir de ahí, fueron estableciéndose «facilidades» para que las mujeres abandonen (parcial o totalmente) sus empleos cuando hay necesidades de cuidado en las familias.

Pero las mujeres fuimos viendo que la conciliación era una trampa que nos hace cuidar y trabajar en condiciones precarias, mientras que los hombres siguen alejados de los cuidados y detentando las posiciones preeminentes en el empleo. Así descubrimos el término «corresponsabilidad»: queremos que los hombres asuman la mitad del cuidado y queremos tener las mismas oportunidades en el empleo. La única manera de conseguir estos objetivos es la universalización de los servicios públicos de cuidado, los permisos igualitarios y las jornadas de trabajo a tiempo completo cortas y estables.

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Contra la doctrina del shock patriarcal

La historia demuestra que solo la movilización feminista puede mantener las conquistas de las mujeres, siempre amenazadas. Y también se cumple en este ámbito la doctrina del shock: las situaciones de emergencia, con la población atomizada y los medios de comunicación des-enfocados, son proclives a la imposición de medidas en contra de la mayoría y a retrocesos en derechos. Este, por sí solo, es un factor de preocupación por el avance del feminismo en este momento.

El confinamiento ha tenido consecuencias terribles para las mujeres. En el empleo, ya ocupaban los puestos de trabajo y los tipos de contrato más precarios en todos los sectores. Además, el sector servicios (femenino) se ha visto más afectado que sectores masculinos como construcción, industria o transporte de mercancías. La economía sumergida (mayormente femenina) está fuera de cualquier medida paliativa. Muchas de las mujeres que fueron animadas por las instituciones a convertirse en autónomas «emprendedoras» están en la ruina.

La división sexual del trabajo no se ha atenuado sino todo lo contrario, lo que era esperable, como también lo era que muchos hombres se hayan lanzado a hacer la compra justamente cuando esa era la única manera de salir de casa (anecdótico, sí, pero significativo).

Todas las señales indican también que han aumentado sustancialmente los abusos sexuales y las demás formas de violencia machista contra mujeres y  niñas. En España, las llamadas al 016 en abril aumentaron en un 60% respecto al mismo mes del año anterior, y podemos imaginarnos que muchas ni siquiera habrán podido llamar.

El teletrabajo con flexibilidad de auto-organización será útil para algunas personas, pero no olvidemos que eso solo es posible en determinados sectores y profesiones. Y no olvidemos tampoco que aumenta la carga y el estrés de las mujeres. Por ello, creo que defender el teletrabajo como medida de conciliación impide abordar el problema general y establecer sistemas efectivos para la mayoría.

Pero vayamos a las medidas económicas y sociales adoptadas desde el gobierno. Por cierto, esas medidas no han venido acompañadas de una consideración de su impacto de género, infringiendo la propia ley de Igualdad. ¿Cuestión de urgencia? Pues hágase ahora sin perder ni un minuto más. A continuación van algunos elementos para esa evaluación, porque aún podemos cambiar de rumbo.

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Consejos para evitar el confinamiento y el colapso

Cada mañana nos despertamos (si hemos dormido) a este arresto domiciliario de toda la población que casi nadie hubiera podido anticipar. Ahora se nos anuncia que nunca recuperaremos la libertad más que de forma provisional y parcial. Se nos augura un segundo gran encierro para dentro de unos meses y se nos dice que tendremos que acostumbrarnos a «una nueva normalidad».

Sigue pendiente el debate sobre si este confinamiento era una medida adecuada, y si era necesario hacerlo tan estricto como en España, o se podría haber optado por la orientación de países como Suecia, tal como se explica aquí. Tendremos que evaluar la relación del pánico generado con el abandono o encierro en condiciones dantescas de muchas personas mayores, esas a las que se trataba de proteger, y con el colapso de las urgencias en los hospitales.

Tendremos que evaluar también las consecuencias del confinamiento sobre los derechos humanos, la violencia de género, los suicidios, los brotes sicóticos y otras enfermedades. Y, por supuesto, sobre la multiplicación del número de personas que no tienen para comer, en nuestro país y en los demás. La pobreza mata, recordemos.

Pero la cuestión ahora es si podríamos prevenir que los confinamientos y el distanciamiento social sean la «nueva normalidad».

Nos enfrentamos a amenazas letales relacionadas entre sí: crisis climática; contaminación del aire, del suelo y de los alimentos; aumento exponencial de las enfermedades; crisis sanitarias, debacle de los servicios públicos; desigualdad social y la pobreza extrema; crisis migratorias y de derechos humanos… Podríamos visualizar un esquema con estos elementos y flechas que los unieran a todos con todos.

No pretendo dejar de hablar del coronavirus, al contrario, porque esta crisis es la cristalización de todas las demás; el callejón sin salida (metafórica y literalmente) al que hemos llegado; el mazazo en la cabeza que se nos ha dado a la humanidad y del que podríamos sacar conclusiones sensatas para abandonar nuestro actual rumbo insensato hacia el colapso.

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Todo para el pueblo

Muy interesante el artículo en publico.es de mi amiga Nancy Rebel:

Todo por el coronavirus. Hasta hace un par de semanas aún se decía que las medidas tomadas por China no podrían reproducirse en países europeos dotados de sistemas democráticos. Pero repentinamente se desplazó la ventana de Overton y ahora la población aplaude casi unánimemente el confinamiento estricto decretado. No solamente se considera irresponsable e insolidario intentar desviarse un milímetro del mandato, sino incluso el mero hecho de mostrar dudas sobre su pertinencia. Esperemos que se respete la libertad de opinión, aunque ya el propio ruido se encargará de acallar cualquier voz discordante, como esta que avanzo.

No se han ofrecido cifras concretas que contradigan la comparación del COVID-19 con una epidemia de gripe, como hizo inicialmente la OMS y siguen haciendo especialistas como Wolfgang Wodarg, ahora denostado y «rectificado» sin ofrecer cifras alternativas a las suyas.

Como explica Juan Gervás en este artículo, «las medidas para la contención de la pandemia se suelen basar en modelos matemáticos, deslumbrantes y simples, pero carentes de la menor fineza«. Los confinamientos se han justificado aludiendo a protocolos y directrices, razones vagas y no explicadas con cifras sino basadas en la repetición de afirmaciones como «es un virus nuevo», «no hay vacuna», «se contagia exponencialmente» y «hay que aplanar la curva».

Cabe recordar que este no es el primer virus nuevo, ni siquiera el primer coronavirus. Pero la sociedad ha cambiado desde que, en 2009, se intentó ir por este camino con la Gripe A, como denunciaron Teresa Forcades o Iñaki Gabilondo (por cierto, citando como autoridad a Wolfgang Wodarg, el epidemiólogo ahora denostado). Es curioso que sus testimonios no hayan sido recordados en esta crisis por ningún medio de comunicación mainstream. Ahora la autoridad moral de la OMS es ya incontestable. Ha triunfado la idea de que la salud se nos asegura, única e infaliblemente, a base de medicamentos y vacunas cuyos efectos secundarios se minimizan. ¿Estas medidas ahora experimentadas se convertirán en usuales ante próximas y más que probables situaciones similares, que ya se anuncian?

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