Reflexiones de una disidente covid-19

Con el enfoque actual de impedir cualquier contacto entre las personas hasta que haya vacuna para la covid- 19, el leit motiv de muchos gobiernos parece ser amedrentar a la población cuanto más mejor, así como controlar y reprimir sin reparar en las consecuencias o en los derechos humanos que pudieran conculcarse. Y, por supuesto, en el futuro validar y posiblemente hacer obligatoria una vacuna exprés aunque sea a base de manipulación genética y eximiendo a las farmacéuticas de cualquier responsabilidad por los efectos secundarios.

Muchas personas hemos mostrado nuestro desacuerdo con unas medidas de catastróficas consecuencias sociales (por ejemplo aquí y aquí). Sin embargo, prácticamente ninguna de las opiniones divergentes ha tenido cabida en los medios de comunicación principales. Científicos de alto nivel (como este o este) han sido marginados y «rectificados«. Cualquier disidencia se cataloga como bulo por los ahora omnipresentes fact checkers (verificadores de noticas).

Los fact checkers se proclaman neutrales e independientes, pero es fácil indagar sobre cómo se coordinan internacionalmente y cómo se financian. Véanse, por ejemplo, este reportaje o este informe , ambos de periodistas sin conflicto de intereses y solo en base a fuentes originales, no a teorías.

Por descontado que hay también noticias falsas y teorías sin base científica por doquier; pero hay una ofensiva organizada contra los medios independientes, cuyos videos son eliminados una y otra vez de Youtube.

Se tergiversan enfoques alternativos como el de Suecia que, recordemos, nunca cerró las escuelas (con buen resultado), nunca confinó a la población

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Documento – propuesta sistema de cuidados

EL CUARTO PILAR DEL ESTADO DEL BIENESTAR. UNA PROPUESTA PARA CUBRIR NECESIDADES ESENCIALES DE CUIDADO, CREAR EMPLEO Y AVANZAR HACIA LA IGUALDAD DE GÉNERO
Coordinado por VICENÇ NAVARRO y MARÍA PAZOS MORÁN
Investigadores/as: POL CARRIÓN HUGUET; CRISTINA CASTELLANOS SERRANO; ROSA MARÍA MARTÍNEZ; FERRAN MUNTANÉ ISART y MERCEDES SASTRE GARCÍA.
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¡Conciliación otra vez no, gracias!

Últimamente están proliferando propuestas de «Apoyo a las familias para conciliar la vida familiar y laboral cuando concurran circunstancias excepcionales relacionadas con la COVID19» (esta es la formulación de CCOO, pero las demás son del estilo). Todas ellas dan por supuesto que «las familias» necesitamos medidas «de conciliación» para cuidar en casa porque los servicios públicos de atención a la dependencia y de educación (y cuidado) infantil serán aún más deficientes que antes del confinamiento.

Dejémonos de eufemismos; si los servicios públicos no vuelven a funcionar con normalidad  y reforzados, y si no se eliminan las trampas que impiden el uso igualitario de los permisos por nacimiento (como demanda la PPIINA), las mujeres nos veremos cuidando en casa, más que hasta ahora y en condiciones aún más draconianas.

El término «conciliación» surgió cuando, en la ola feminista de los años 1960, las mujeres abandonamos masivamente nuestra antigua posición de amas de casa. A partir de ahí, fueron estableciéndose «facilidades» para que las mujeres abandonen (parcial o totalmente) sus empleos cuando hay necesidades de cuidado en las familias.

Pero las mujeres fuimos viendo que la conciliación era una trampa que nos hace cuidar y trabajar en condiciones precarias, mientras que los hombres siguen alejados de los cuidados y detentando las posiciones preeminentes en el empleo. Así descubrimos el término «corresponsabilidad»: queremos que los hombres asuman la mitad del cuidado y queremos tener las mismas oportunidades en el empleo. La única manera de conseguir estos objetivos es la universalización de los servicios públicos de cuidado, los permisos igualitarios y las jornadas de trabajo a tiempo completo cortas y estables.

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Contra la doctrina del shock patriarcal

La historia demuestra que solo la movilización feminista puede mantener las conquistas de las mujeres, siempre amenazadas. Y también se cumple en este ámbito la doctrina del shock: las situaciones de emergencia, con la población atomizada y los medios de comunicación des-enfocados, son proclives a la imposición de medidas en contra de la mayoría y a retrocesos en derechos. Este, por sí solo, es un factor de preocupación por el avance del feminismo en este momento.

El confinamiento ha tenido consecuencias terribles para las mujeres. En el empleo, ya ocupaban los puestos de trabajo y los tipos de contrato más precarios en todos los sectores. Además, el sector servicios (femenino) se ha visto más afectado que sectores masculinos como construcción, industria o transporte de mercancías. La economía sumergida (mayormente femenina) está fuera de cualquier medida paliativa. Muchas de las mujeres que fueron animadas por las instituciones a convertirse en autónomas «emprendedoras» están en la ruina.

La división sexual del trabajo no se ha atenuado sino todo lo contrario, lo que era esperable, como también lo era que muchos hombres se hayan lanzado a hacer la compra justamente cuando esa era la única manera de salir de casa (anecdótico, sí, pero significativo).

Todas las señales indican también que han aumentado sustancialmente los abusos sexuales y las demás formas de violencia machista contra mujeres y  niñas. En España, las llamadas al 016 en abril aumentaron en un 60% respecto al mismo mes del año anterior, y podemos imaginarnos que muchas ni siquiera habrán podido llamar.

El teletrabajo con flexibilidad de auto-organización será útil para algunas personas, pero no olvidemos que eso solo es posible en determinados sectores y profesiones. Y no olvidemos tampoco que aumenta la carga y el estrés de las mujeres. Por ello, creo que defender el teletrabajo como medida de conciliación impide abordar el problema general y establecer sistemas efectivos para la mayoría.

Pero vayamos a las medidas económicas y sociales adoptadas desde el gobierno. Por cierto, esas medidas no han venido acompañadas de una consideración de su impacto de género, infringiendo la propia ley de Igualdad. ¿Cuestión de urgencia? Pues hágase ahora sin perder ni un minuto más. A continuación van algunos elementos para esa evaluación, porque aún podemos cambiar de rumbo.

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Consejos para evitar el confinamiento y el colapso

Cada mañana nos despertamos (si hemos dormido) a este arresto domiciliario de toda la población que casi nadie hubiera podido anticipar. Ahora se nos anuncia que nunca recuperaremos la libertad más que de forma provisional y parcial. Se nos augura un segundo gran encierro para dentro de unos meses y se nos dice que tendremos que acostumbrarnos a «una nueva normalidad».

Sigue pendiente el debate sobre si este confinamiento era una medida adecuada, y si era necesario hacerlo tan estricto como en España, o se podría haber optado por la orientación de países como Suecia, tal como se explica aquí. Tendremos que evaluar la relación del pánico generado con el abandono o encierro en condiciones dantescas de muchas personas mayores, esas a las que se trataba de proteger, y con el colapso de las urgencias en los hospitales.

Tendremos que evaluar también las consecuencias del confinamiento sobre los derechos humanos, la violencia de género, los suicidios, los brotes sicóticos y otras enfermedades. Y, por supuesto, sobre la multiplicación del número de personas que no tienen para comer, en nuestro país y en los demás. La pobreza mata, recordemos.

Pero la cuestión ahora es si podríamos prevenir que los confinamientos y el distanciamiento social sean la «nueva normalidad».

Nos enfrentamos a amenazas letales relacionadas entre sí: crisis climática; contaminación del aire, del suelo y de los alimentos; aumento exponencial de las enfermedades; crisis sanitarias, debacle de los servicios públicos; desigualdad social y la pobreza extrema; crisis migratorias y de derechos humanos… Podríamos visualizar un esquema con estos elementos y flechas que los unieran a todos con todos.

No pretendo dejar de hablar del coronavirus, al contrario, porque esta crisis es la cristalización de todas las demás; el callejón sin salida (metafórica y literalmente) al que hemos llegado; el mazazo en la cabeza que se nos ha dado a la humanidad y del que podríamos sacar conclusiones sensatas para abandonar nuestro actual rumbo insensato hacia el colapso.

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Todo para el pueblo

Muy interesante el artículo en publico.es de mi amiga Nancy Rebel:

Todo por el coronavirus. Hasta hace un par de semanas aún se decía que las medidas tomadas por China no podrían reproducirse en países europeos dotados de sistemas democráticos. Pero repentinamente se desplazó la ventana de Overton y ahora la población aplaude casi unánimemente el confinamiento estricto decretado. No solamente se considera irresponsable e insolidario intentar desviarse un milímetro del mandato, sino incluso el mero hecho de mostrar dudas sobre su pertinencia. Esperemos que se respete la libertad de opinión, aunque ya el propio ruido se encargará de acallar cualquier voz discordante, como esta que avanzo.

No se han ofrecido cifras concretas que contradigan la comparación del COVID-19 con una epidemia de gripe, como hizo inicialmente la OMS y siguen haciendo especialistas como Wolfgang Wodarg, ahora denostado y «rectificado» sin ofrecer cifras alternativas a las suyas.

Como explica Juan Gervás en este artículo, «las medidas para la contención de la pandemia se suelen basar en modelos matemáticos, deslumbrantes y simples, pero carentes de la menor fineza«. Los confinamientos se han justificado aludiendo a protocolos y directrices, razones vagas y no explicadas con cifras sino basadas en la repetición de afirmaciones como «es un virus nuevo», «no hay vacuna», «se contagia exponencialmente» y «hay que aplanar la curva».

Cabe recordar que este no es el primer virus nuevo, ni siquiera el primer coronavirus. Pero la sociedad ha cambiado desde que, en 2009, se intentó ir por este camino con la Gripe A, como denunciaron Teresa Forcades o Iñaki Gabilondo (por cierto, citando como autoridad a Wolfgang Wodarg, el epidemiólogo ahora denostado). Es curioso que sus testimonios no hayan sido recordados en esta crisis por ningún medio de comunicación mainstream. Ahora la autoridad moral de la OMS es ya incontestable. Ha triunfado la idea de que la salud se nos asegura, única e infaliblemente, a base de medicamentos y vacunas cuyos efectos secundarios se minimizan. ¿Estas medidas ahora experimentadas se convertirán en usuales ante próximas y más que probables situaciones similares, que ya se anuncian?

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Soy feminista y exijo la liberación de Julian Assange

Las feministas hemos caído en una trampa de la que es preciso salir. El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, se está pudriendo en una cárcel de alta seguridad británica desde abril de 2019, pero su destino puede empeorar sustancialmente. Estos días está celebrándose el juicio para su extradición a EEUU, donde se enfrentaría a 175 años de prisión por «revelación de secretos». Según los informes médicos, su salud está muy deteriorada y su vida corre peligro si no recibe asistencia ahora, mucho más con el trato que le esperaría en EEUU.

El «delito» de Assange ha sido informarnos de los desmanes del gobierno americano. Esta es, hasta ahora, una práctica periodística protegida por el derecho internacional. Por esa razón, el caso Assange es el de la libertad de prensa. Después de 10 años de manipulación y posterior silencio por parte de los principales medios de comunicación, el relator especial de la ONU para casos de tortura, dictamina: «Julian Assange destapó la tortura, él mismo ha sido torturado y podría ser torturado hasta morir en Estados Unidos«.

En esta entrevista le preguntan al relator de la ONU por qué no asumió antes este caso. Él contesta explicando cómo, en el momento en el que Assange estaba en la cima de la popularidad por haber destapado tantos casos de corrupción, se emprendió una estrategia de desprestigio que consiguió desviar el foco hacia su persona. Y declara: «Yo también perdí mi enfoque, a pesar de mi experiencia profesional, que debería haberme hecho estar más alerta«. A muchas feministas también nos hicieron perder el enfoque, y creo que este es el lado más perverso del caso.

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Las de otra pasta

Una de las imágenes que se grabaron a sangre y fuego en mi cerebro infantil fue la de un terrateniente dando un melón medio podrido a un mendigo. Luego aprendí conceptos que, curiosamente, no se enseñaban en la escuela en aquellos tiempos oscuros. Aprendí que desde 1948 ya existía la Declaración de los Derechos Humanos, aunque es cierto que no se toma tan en serio como debiera.  Aprendí que, tras duras luchas, la clase obrera ha conquistado derechos laborales, e incluso hay un Estatuto de los Trabajadores.

Nuestra sociedad ha cobrado conciencia de derechos como el de una vivienda digna, un trabajo decente, unos ingresos mínimos, integridad física y moral. Cuando estos derechos se vulneran, se produce un rechazo social.

Pero desgraciadamente esta sensibilidad hacia la injusticia, ese sentido de la equidad y de la solidaridad arduamente forjada, aún no se aplica a los colectivos femeninos, y en particular a los que realizan tareas de cuidados.

Las mujeres que cuidan en su hogar a personas dependientes (llamadas «cuidadoras informales») están de servicio día y noche, 7 días a la semana y 365 días al año.  Casi medio millón de ellas están recibiendo la prestación por cuidados en el entorno familiar de la Ley de Dependencia (llamada popularmente «paguita»), cuyo importe mensual es bastante menor que la mitad del salario mínimo. ¿A cómo les sale la hora? Más que nada, se dice, y es verdad; tan verdad como lo es un melón medio podrido.

Otras tienen la suerte de ser sustituidas por las auxiliares de ayuda a domicilio durante un par de horas diarias. Se llama popularmente «prestación de respiro», y es incompatible con la «paguita». En todo caso, con «paguita» o con «respiro», ¿dónde están sus derechos humanos y laborales?

Las auxiliares de ayuda a domicilio, por su parte, son víctimas de empresas «multiservicio» que reciben de los ayuntamientos 17 euros por hora y a ellas les pagan 7. Afortunadamente estas trabajadoras se están organizando y acaban de presentar el documental «Las hadas existen«. En ella denuncian sus intolerables condiciones laborales. No se lo pierdan.

Las empleadas de hogar están de servicio 24 horas al día durante 6 días a la semana, pero los llamados «tiempos de presencia» no se consideran trabajo. A nadie se le ocurriría no considerar trabajo las guardias nocturnas del personal médico, de los trabajadores de recepción en los hoteles, de los vigilantes nocturnos, de los policías, de los bomberos…  Pero a las mujeres que cuidan no se les aplican los mismos criterios que a los «trabajadores».

Cuando digo que no entiendo cómo todas esas mujeres soportan semejantes condiciones, frecuentemente oigo la respuesta «es que están hechas de otra pasta». Yo no lo creo así. Creo que la pasta humana es la misma, pero nuestra sensibilidad depende del sistema social.

Estamos en un sistema en el que a las mujeres no se nos ve, y a las mujeres pobres mucho menos. Un sistema en el que las mujeres estamos excluidas del sistema. Una auxiliar de ayuda a domicilio lo decía muy elocuentemente en el documental antes citado: «somos las nadie».

Ojalá la actual ola feminista acabe con la excepcionalidad femenina y nos eleve a la categoría de simples seres humanos. ¡Feliz ocho de marzo combativo!

Artículo publicado en el blog Al Final del Tunel de la Fundación Luz Casanova

Atención a la Dependencia: materiales para el nuevo gobierno

Si el nuevo gobierno quiere mejorar la vida de la gente, he aquí un campo crucial: la atención a la Dependencia. En esta entrada se ofrece un estudio clave y, al final, algunos materiales complementarios.

Un estudio clave:

Martínez, R., Roldán, S. y M. Sastre (2018): La atención a la dependencia en España. Evaluación del sistema actual y propuesta de implantación de un sistema basado en el derecho universal de atención suficiente por parte de los servicios públicos. Estudio de su viabilidad económica y de sus impactos económicos y sociales. Papeles de Trabajo 5/2018. Instituto de Estudios Fiscales, Madrid. Ver aquí en la web del IEF

Este estudio del Instituto de Estudios Fiscales demuestra que es posible establecer el derecho universal a la atención suficiente por parte de los servicios públicos. Esto significa que no solamente la financiación sino la provisión, la gestión y toda la actividad relacionada con la atención esté en manos de las entidades públicas. Por tanto, que todos los empleos sean públicos.

El modelo que se propone está inspirado en los países nórdicos, donde todo el cuidado es gratuito, tanto la atención a domicilio como la atención en centros de día y residencias. Lo que sí se paga es la manutención y el alojamiento, con la ayuda de las prestaciones necesarias a aquellas personas que no tengan ingresos suficientes para sufragar estos gastos.

Las conclusiones de este estudio son:

  • Incremento presupuestario neto: 5.700 millones de euros
  • Se crean 385.000 nuevos empleos públicos a tiempo completo.
  • Se recuperan casi 4.500 millones de euros por aumento de cotizaciones e impuestos

¿Y entonces?

¿Cómo es posible que continúe el sufrimiento de tantas mujeres en la familia, de tantas auxiliares de ayuda a domicilio, de tantas empleadas de hogar, de tantas trabajadoras de las residencias que no pueden atender convenientemente porque no dan abasto y, sin embargo, se están dejando la salud? ¿Cómo es posible que tantas personas continúen desatendidas?

¿Cómo es posible que la atención a nuestras personas dependientes siga en manos de empresas privadas, cuando se demuestra que la atención es peor, el empleo es mucho más precario y el coste para las AAPP es mayor que si se atendiera a las personas directamente por las entidades públicas?

¿Cómo es posible que no se cuestione un modelo que ha demostrado ser insuficiente e ineficiente. a pesar de que la misma Ley de Dependencia de 2006 preveía la necesidad de su evaluación al cabo de 10 años?

Nadie ha cuestionado la metodología ni las conclusiones de este trabajo del Instituto de Estudios Fiscalales. Pero ahí sigue sin ser utilizado.

Quizás este gobierno tenga la voluntad política necesaria para abordar este tema.

Porque decir «más dinero para la dependencia» no es la solución. Más dinero sí, pero no para seguir engordando las cuentas de resultados de las grandes empresas multiservicios a costa de la gente. No para continuar aumentando desgravaciones que solo alcanzan a las rentas medias/altas. No para incentivar la permanencia en el hogar de las mujeres mediante la prestación por cuidados en el entorno familiar (la «paguita»).

Más dinero sí, pero bien utilizado. Más dinero para un sistema justo y sostenible.

Materiales complementarios en base al estudio del IEF:

  • ATENCIÓN A LA DEPENDENCIA: ¿ES POSIBLE ATENDER LAS NECESIDADES Y ASEGURAR LOS DERECHOS DE TODAS LAS PERSONAS IMPLICADAS? Artículo en la Revista del Consejo de Trabajo Social. Autoras: Rosa Martínez (Universidad Rey Juan Carlos y CIRANO); María Pazos Morán (Instituto de Estudios Fiscales); Susana Roldán (Universidad Rey Juan Carlos) y Mercedes Sastre (Universidad Complutense). Disponible aquí en la web del Consejo General del Trabajo Social
  • Reportaje en El País: EL SISTEMA NÓRDICO EN EL QUE CABEN MÁS DEPENDIENTES. Disponible aquí en elpais.com
  • Reportaje en CTXT: EL CAMINO PARA QUE LA DEPENDENCIA NO SEA UN ENEMIGO DE LAS MUJERES. Disponible aquí en CTXT.es
  • PRESENTACIÓN DIAPOSITIVAS RESUMEN DEL ESTUDIO POR LAS  TRES AUTORAS: Ver aquí

El feminismo y la rebelión por el clima tienen que ser aliadas

Comparto la entrevista que me hizo recientemente el periódico Noticas de Navarra:

PAMPLONA– María Pazos Morán, experta en economía feminista y autora del libro Contra el patriarcado, participó ayer en el foro de la Red de mujeres activas por el clima-Emakumeoklima con la ponencia titulada Economía feminista ante el colapso climático, en la que destacó el papel esencial de las mujeres para combatir el cambio climático.

¿Cuál es la situación actual de la sociedad con respecto al cambio climático?

-Estamos ante una crisis multidimensional. Tenemos una desigualdad social cada vez mayor, la cual es importante para las mujeres, la raza, el entorno rural y urbano, la condición de inmigrante… Y una crisis ecológica y demográfica. Pero ahora lo fundamental y urgente es que estamos a las puertas del cambio climático abrupto. Estamos en medio de la sexta extinción, aunque se minimiza el problema.

¿Qué relación tiene el feminismo con el cambio climático?

-Las mujeres estamos más afectadas, más preocupadas y más preparadas, pero no estamos donde tenemos que estar. Esta es la brecha de género en el cambio climático. Las mujeres tenemos mucho que aportar, y la economía feminista desafía todas las premisas de lo que está pasando y denuncia por qué hemos llegado hasta aquí. Hay un antecedente, que es el hombre dominador. El patriarcado se va adaptando a los distintos sistemas económicos y todo conduce al capitalismo, donde surge el hombre económico moderno, que es por definición egoísta. La naturaleza se convierte en el capital natural, y las mujeres formamos parte de esa naturaleza. El exceso de consumo depreda el medio ambiente irreparablemente, y la finalidad de la economía tiene que ser satisfacer las necesidades de todos y todas dentro de los límites del planeta.

¿De qué manera se podría cambiar esta situación?

-Hay que eliminar lo contaminante y potenciar lo no contaminante, que es lo socialmente útil y curiosamente lo femenino. Hay que potenciar los empleos en los cuidados, la sanidad, la educación o la cultura;que los que se tengan que perder en los sectores contaminantes se sustituyan por otros limpios. La atención a las personas no contamina, y todos esos sectores básicos tienen que ser públicos.

¿Qué elementos contaminantes habría que eliminar?

……. Leer la entrevista completa aquí