Hace una semana, la Presidencia de Andalucía concedió su primera entrevista televisiva después de ser madre. Lo primero que le preguntaron, como si no se lo hubieran preguntado ya millones de veces, fue si no habría puesto en peligro el logro de todas las mujeres por tomarse solamente 6 semanas en lugar de las 16 de permiso de maternidad. ¿No debería haber dado ejemplo a todas las mujeres quedándose en casa más de las 6 semanas que teóricamente se ha quedado? Teóricamente porque, resaltó el periodista, se comenta que trabajaba durante el permiso. En definitiva, ¡qué mala madre, qué insolidaria, qué mal ejemplo!
Susana Díaz respondió entrando al trapo de todas estas acusaciones, justificándose y asegurando que ella era tan buena madre como la que más, tan defensora del permiso de maternidad como la que más y… si trabajó durante el permiso fue a base de levantarse muy temprano. O sea, tan defensora de la doble jornada como la que más.
En la actualidad nos encontramos con sistemas de rentas mínimas desiguales por CCAA y en general muy insuficientes (como destaca Miguel Laparra aquí, es encomiable el caso de El País Vasco). Por ello, tal como señala la ponencia de Carlos Bravo, el establecimiento de la Renta Mínima Garantizada como un derecho general es urgente, y más en la situación de emergencia social en la que nos encontramos.
Cabe destacar que, afortunadamente, esta no es ninguna idea nueva sino un mecanismo de último recurso que ya funciona en muchos países, en consonancia con los demás elementos de los sistemas de impuestos, prestaciones y servicios públicos que conforman los estados de bienestar más avanzados (aunque ninguno perfecto).
La experiencia internacional demuestra que esta medida, convenientemente gestionada, no crea trampas de pobreza ni otras catástrofes.
Naturalmente, tendríamos que seguir discutiendo sobre cómo perfilar este derecho y sobre qué otras medidas son igualmente importantes.
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