Este programa de Salvados, que se anunciaba como «La carga de ser mujer», fue una ocasión fallida de abordar con seriedad este tema. En él, el relato de mujeres acerca de las dificultades que se encuentran en el día a día se adereza con algunos datos, de los que se deduce que nos tratan mal las empresas, los medios de comunicación, los libros de texto, etc., etc. Esa simple puesta en común en torno a las preguntas ingenuas de si hay o no machismo, o de si hay o no desigualdad, podría haber sido novedosa hace 40 años, pero a estas alturas es como descubrir el Mediterráneo.
Resulta notoria la ausencia de profesionales feministas que podrían haber aportado una mirada más profunda. Por ejemplo, ¿tienen relación estos fenómenos entre sí y con otros no nombrados, a pesar de su sangrante importancia, como la violencia de género? ¿Son inevitables? ¿Cuáles son sus causas y sus consecuencias? Porque no se trata solamente de recordar datos, ya de sobra conocidos, sino de analizar la naturaleza del problema y, como sugería Pierre Bourdieu, responder a la pregunta relevante en todo fenómeno social: ¿Cómo es que esto es así, y no de otra manera?
Pero lo más interesante es que para ilustrar, se supone, la vida de las mujeres en este país, se eligieran precisamente dos casos extremos: uno el de mujer con dos hijos y ama de casa a tiempo completo. El otro el de mujer altísimamente cualificada, cabeza de familia, sin hijos y con marido dependiente.
Según datos de la Agencia Tributaria, en 2014 había menos de 3 millones de mujeres casadas dependientes económicamente de sus esposos y aproximadamente 400.000 mujeres con esposos dependientes. Si comparamos estas cifras con los casi 11 millones de mujeres que había en el mercado de trabajo ese mismo año, podemos afirmar que los casos elegidos por Salvados son francamente minoritarios y no representan, ni de lejos, a la población femenina española. Como señaló en el programa la camarera de piso participante, la mayoría de las mujeres no podrían elegir ninguno de esos estatus, aunque quisieran.
Si quieren o no quieren es una pregunta que se presta a mucha manipulación. El sistema intenta hacer creer a las mujeres que «eligen» su situación a base de repetir ese cliché contrario a toda evidencia material, con el inestimable concurso de los medios de comunicación. Es curioso que todas las participantes en el programa coincidían en que ellas no han sacrificado nada: las profesionales sin hijos declaran que no han sacrificado nada; el ama de casa declara que lo suyo «no debe entenderse como sacrificio»; y la Práctica de puerto vive su renuncia a la maternidad como una elección que le hace feliz. Pero, ¿qué hubiera sucedido si ellas mismas hubieran intentado elegir otra cosa?
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