Para comprender la furia de muchas feministas contra el nombre masculino de la coalición entre IU y Podemos (Unidos Podemos), hay que tener en cuenta que ha sido la guinda de un pastel que hemos visto cocinarse entre hombres sin ningún remilgo.
En este caso duele más porque son nuestros compañeros; los que nos dan la razón y aguantan nuestros chaparrones con mala conciencia pero consideran que el feminismo es cosa de las áreas “mujer” o “feminismos”; llegando a declarar que ocuparse de estos temas sería vulnerar la autonomía de esas áreas. Ellos se disculpan porque “no se puede saber de todo”. Según ellos, nosotras somos las que sabemos, aunque ellos no dejan de tener una opinión: “estáis mejor que antes”, dicen.
Ellos y nosotras. Y, a la hora de la verdad, nos escuchan un minuto, nos dan los puestos pares o ponen un añadido en el programa (ahí ya no se acuerdan de decir que no saben). Creen que con eso cumplen; no les cabe en la cabeza que nosotras no aceptemos menos que ser iguales, o sea dejar de ser “nosotras” y que dejen de ser “ellos”.
¿Y los demás partidos? Comprendo que la crítica a UP nos ocupe más espacio porque nos cae más cerca, pero no debemos olvidar que a los otros partidos no les vemos porque nos han hecho concebir menos expectativas. Reconozcamos con tristeza que lo que se critica ahora a UP lo tienen todos con creces, más cuanto más a la derecha. No, claro, eso no les disculpa.
Hasta aquí mi contribución a la queja más que fundada. Y ahora, siguiendo el criterio de Celia Amorós, pasemos del “memorial de agravios” a las reivindicaciones feministas.
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