Es 8 de marzo. Me he perdido una acción feminista convocada a las 12:00: cruzar el puente de Brooklyn simbólicamente (‘Las mujeres cruzan puentes….’), para venir a la sede de la ONU a ver qué había. Pero aquí no queda ya nada, ni siquiera expectativas (que era lo único que había antes). Unas se han ido y otras se han desmovilizado. Lo único que se puede hacer es firmar las cartas que circulan protestando por el trato vejatorio que nos ha dado la ONU.
Sin embargo, si una se olvida de la ONU, estar aquí sirve para encontrarse con un montón de gente, para ver otras realidades, para observar a España desde lejos (con distancia siempre se ve mejor todo, incluso a una misma.- qué digo: sobre todo a una misma!); y, no menos importante, para ver cómo se nos ve desde fuera.