Lo que prometía ser un gran artículo termina clamando por la regulación de la prostitución.Tremenda paradoja donde las haya, empezar hablando de misoginia y de asesinatos a mujeres para llegar a sugerir que odiamos a las mujeres las personas que nos oponemos a la regulación (calificadas por ella como «algunos hombres y algunas mujeres, que a veces hacen de herramienta«).
Tremenda y rocambolesca paradoja porque es el abolicionismo, y no el regulacionismo, quien califica la compra de servicios sexuales como violencia machista. ¿Sabrá esto Fanny Rubio?
Pero el articulito se las trae aún más: las personas abolicionistas, continúa Fanny Rubio, no solamente odiamos a las mujeres sino que somos culpables de «esperar tres años con las mujeres que se prostituyen en la calle, sin asistencia, tutela, defensa ante las mafias que las acorralan, acosadas por los mil vaivenes de su vulnerabilidad, únicamente para dejar a salvo nuestra mirada escrupulosa, llevándolas al límite de su subsistencia» Y acaba con el colofón-desvarío final: «Claro, que siempre está la maleta«. O sea, traduzco: que ya solo nos queda librarnos de ellas matándolas.