El otro día, después de una conferencia que dí en el XXIX Congreso de Teología, una pareja de jóvenes se acercó a plantearme su duda. Yo me había referido al derecho exclusivo de la mujer a seguir con su embarazo o a abortar. Ella y él decían: ¿no será eso marginar a la otra parte de una decisión que concierne a ambas personas?
Ya me había encontrado con esa pregunta antes, y me parecía difícil, pero esta vez se me ocurrió una argumentación simple con la que esta chica y este chico quedaron muy content@s. Ahí va: