Una de las novelas que más me impactó en mi infancia fue “La Aldea Perdida”, escrita por Armando Palacio Valdés en 1903. Era una aldea idílica en un entorno maravilloso. Como mi pueblo, pensaba yo. Y hete aquí que se descubrió allí carbón, el litio de aquella época; noticia que fue muy celebrada. Pero aquello que llamaban progreso resultó ser catastrófico.
Ahora sé que se trataba de la Cuenca Minera Asturiana, entregada a empresas extranjeras para su explotación y para la sobreexplotación de sus habitantes. Corrompidos por las “ventajas”, estos sufrían el deterioro de su salud y de su entorno natural: Sigue leyendo